La sal es la principal fuente de sodio para las personas. Pero por qué hay que reducir el consumo de sal: su consumo elevado, junto a la absorción insuficiente de potasio, puede generar hipertensión arterial y aumentar el riesgo de accidente cerebrovascular y cardiopatía.
Según advierte la Organización Mundial de la Salud (OMS), la mayoría de las personas consumen de 9 a 12 gramos de sal por día, es decir, dos veces la ingesta de sal recomendada (menos de 5 gramos).
El principal beneficio que se obtiene al reducir su ingesta es la disminución de la hipertensión arterial. Pero además, si esa disminución supone menos de 5 gramos diarios, también se reduce el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares o infarto de miocardio.
Con estos datos sobre la mesa, la OMS ha realizado una estimación en la que ha concluido que si se redujera el consumo de sal a la cantidad recomendada, se evitarían 2,5 millones de muertes en todo el mundo.
Falsas creencias sobre la sal
Existen multitud de creencias erróneas acerca de esta sustancia. Por ejemplo, es común escuchar aquello de que solo las personas de edad avanzada deben preocuparse por la cantidad de sal que ingieren. Esto no es así, ya que consumir sal en exceso aumenta la tensión arterial tengas la edad que tengas.
También se puede llegar a creer que la sal marina es ‘mejor’ que la refinada por su origen ‘natural’, pero la realidad es que es el sodio el que provoca los problemas en nuestra salud. Por tanto, el origen de la sal es totalmente secundario.
Muchas personas piensan también que los alimentos sin sal no tienen gusto. Esta creencia tiene su parte de verdad, pero es relativa. Al estar acostumbrados a comer alimentos con sal, es normal que al principio notemos que no gozan de tanto sabor. Pero una vez que las papilas gustativas se habitúan a la reducción de sal, encontraremos mucho más sabor en los alimentos, además de mejorar nuestra salud.
Reducir el consumo de sal
Queda claro que la sal es necesaria en nuestra dieta diaria porque aporta esa cantidad de sodio que necesitamos, pero siempre en su justa medida. Ahora que ya conoces por qué hay que reducir el consumo de sal, ¿por qué no empezamos hoy mismo a disminuirlo?.
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